-Convivencia-

DE LOS CONSEJOS DE CONVIVENCIA

El próximo lunes, siete de septiembre, se van a llevar a cabo en el Colegio las elecciones estudiantiles de Consejos de Convivencia. Es fundamental que todos lleguemos a esa fecha en pleno conocimiento de lo que vamos a votar.

Existe un Consejo de Convivencia por turno, cada uno integrado por el vicerrector y el regente correspondientes, un miembro del Departamento de Orientación, tres docentes y tres estudiantes. Como su denominación lo indica, la función de los Consejos es velar por una óptima convivencia tanto dentro los distintos claustros del Colegio como también en lo que respecta a la relación entre ellos. Sus reuniones no tienen una frecuencia preestablecida, sino que son convocadas a partir de la petición de sus integrantes, ya sea por propia voluntad o en nombre de cualquier persona de la comunidad educativa. En esas reuniones pueden tratarse temas como la aplicación y apelación de sanciones, elevaciones de proyectos y propuestas de los consejeros, entre otros.

Para poder empezar a trabajar la realidad institucional, es importante que sepamos interpretar el funcionamiento y los objetivos del sistema de sanciones, que compone uno de sus elementos principales, teniendo en cuenta sus deficiencias y por qué no constituye, bajo ningún concepto, una garantía de la buena convivencia dentro del Colegio. En este sentido podemos, además, analizar qué herramientas nos brinda participar de los Consejos y cómo podemos, a partir de ahora, utilizarlas para revertir aquellas realidades que no conduzcan a nuestro espacio cotidiano a dar lo mejor de sí.

La convivencia dentro del Colegio se ve dificultada, en general, por diversos factores: primordialmente, porque no existe una verdadera política de contención, sino que contamos con un Departamento de Orientación cuyo funcionamiento es escaso o prácticamente nulo; además, el sistema de tutorías es insuficiente en tanto que sólo funciona para los años más chicos y sus programas durante las horas de clase muy ocasionalmente aportan a las relaciones dentro de la división, lo que deviene en una clara falta de trabajo psicopedagógico para los estudiantes. En relación a esto, el método que se utiliza en el Colegio para regular el comportamiento de los alumnos son las sanciones, que no sirven para encontrar la raíz de los problemas ni mucho menos para solucionarlos, sino que sólo atienden los aspectos superficiales de cada situación. Es así como, año tras año, vemos a muchísimos de nuestros compañeros convertirse en víctimas de una política expulsiva que, en lugar de hacer todo lo posible por mantener a los estudiantes en carrera, los aparta a un lado del camino.

En este contexto, desde [El Resto] creemos esencial orientar la participación estudiantil dentro los Consejos hacia la implementación de políticas que contribuyan a tratar, de manera efectiva, los conflictos que se presenten en nuestro claustro, y que tiendan a crear un espacio propicio para el desarrollo de una plena interrelación entre todas las partes de la comunidad educativa. Es para ello que proponemos trabajar en un proyecto conjunto de reforma del Departamento de Orientación como primera medida para iniciar el cambio en torno a las políticas de contención, ampliándolo con personal especializado y atento a nuestro día a día en el ámbito escolar.

Al mismo tiempo, debemos encarar lo inmediato, procurando hacer del sistema de sanciones el más justo posible, reduciendo las sanciones a lo mínimo e indispensable y poniendo atención principalmente en el trasfondo del problema. Para esto es extremadamente importante que entendamos al cuerpo de consejeros como representativo cuando su funcionamiento sea en pos y a través del trabajo de base; debemos buscar una comunicación fluida entre los consejeros y los estudiantes, para que no haya casos sin tratar y para que se contemplen todos los puntos de vista, tanto en nuestra relación con las autoridades como dentro de nuestro propio claustro y siempre en su defensa. De nada sirve lo que un consejero piense si no defiende a su representado, si no transmite lo que éste piensa y si no pelea por él en lo concreto: poco importa el enemigo que tengamos afuera si no estamos unidos en la lucha contra él.

Sostenemos que el proceso por una verdadera democratización se tiene que dar en todos los planos posibles, peleando por una mayor apertura de espacios de opinión, de debate y de decisión y, sobre todo, aprovechando los que ya tenemos. Es imprescindible que avancemos juntos en este duro proceso, actuando con conciencia y responsabilidad para poder afirmarnos. Es necesario que cada uno de nosotros participe y que podamos encontrar en el Colegio un ambiente de reflexión y creación, no de represión; un Colegio donde el espacio sea de todos y donde podamos sentirnos cómodos para transformar esta sociedad sin temerle a los castigos.


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