Nuestro derecho a militar

El CENBA es el órgano de representación y acción efectiva de los estudiantes. Dentro de él encontramos la posibilidad de organizarnos, tomar decisiones para el claustro, encarar las luchas que consideramos necesarias, hacer oír nuestra voz de forma práctica y representativa ante todas las partes de la comunidad educativa dentro de nuestro colegio y de la sociedad fuera de él, manifestar nuestras ideas e intereses, realizar las actividades que nos parezcan mejores a nuestro criterio. El centro de estudiantes mantiene en su definición la garantía de ser un espacio para los estudiantes trabajado y administrado en todo sentido por los mismos estudiantes. Estas posibilidades son asimismo derechos que tenemos que hacer valer en la práctica, no sólo por los beneficios que nos presenta en sí su existencia, sino por la fundamental importancia que nos impone para todos los estudiantes siempre, para cada centro de estudiantes en cada colegio y para cada estudiante en cada centro de estudiantes.

Por ello, tanto en cuanto a centro como organización política como en cuanto a estudiantes cada uno en particular, tenemos el derecho de elegir la forma en la que queremos militar y si queremos hacerlo o no y en función de qué. Por eso en las asambleas y en nuestras divisiones votamos cuáles son las luchas que queremos llevar a cabo, cómo desarrollarlas, a qué petitorios adherimos, a qué marchas convocamos, qué mandatos deben llevar nuestros consejeros, qué espectros de la realidad de dentro y fuera de nuestro colegio defendemos y cuáles cuestionamos. Es por este motivo que nos parece aberrante y repudiamos completamente que dentro de ese marco de libertad para ejercer el derecho que posee el centro de estudiantes de llevar adelante las luchas que crea que son necesarias, nos encontremos con la negativa de las autoridades, tal y como ocurrió este 16 de septiembre para poder concurrir al evento más importante en la órbita del movimiento secundario: la conmemoración de la lucha de compañeros que, como nosotros, reclamaban a favor de sus ideales por un cambio en la sociedad en medio de la represión reinante durante la última dictadura militar de nuestro país.

La asamblea que se realizó ese mismo día evidenció una vez más la decisión de los estudiantes, que ya había sido tomada y ratificada varias semanas atrás, sobre la importancia y la necesidad de marchar en esa fecha. Por eso la medida que se llevó a cabo fue la del levantamiento del turno noche para que los compañeros pudieran salir a ejercer su derecho a militar sin faltas ni sanciones.

La decisión de nuestra rectora de no dejarnos marchar primero y la de atacar las medidas de organización de los estudiantes después (no dejarnos entrar a nuestro propio colegio para organizarnos, hacer propaganda anti-centro por las divisiones de los primeros años, negarse a autorizar asambleas, mostrarse intransigente frente a claustros repletos de compañeros, no prestarnos electricidad a fin de impedir que nos comunicáramos con los medios de comunicación para manifestar nuestro reclamo a la sociedad) son una falta de respeto por nuestro claustro y un atropello contra las libertades para organizarnos políticamente. No podemos permitir que las autoridades hagan esto con nuestras luchas, ya que cercena el derecho a la posibilidad de organizarse que tienen y deben tener todos los estudiantes.

Pocos espacios existen hoy en el colegio y en nuestra sociedad para encarar una mirada crítica del mundo como la que hacemos desde nuestro centro de estudiantes, no permitamos que sigan reduciendo nuestras posibilidades de organizarnos y luchar por lo que creemos justo.

Si las autoridades mantienen su intransigencia va a ser necesario que todos seamos conscientes de lo que eso signifique y que estemos atentos al deber que tenemos de defender nuestros derechos. Si no lo hacemos nosotros nadie lo va a hacer en nuestro lugar. Respeto por las libertades políticas de los estudiantes significa que no se pasen faltas, sanciones, malas notas o cualquier castigo por militar, que se respete la voluntad de las asambleas, que se escuche la voz de los estudiantes, que se inicie un verdadero proceso de democratización que asegure nuestra representación en las decisiones que nos afectan directamente, que se nos permita organizarnos cuando lo creamos necesario, que se nos permita hacer asambleas, que se respete la decisión en cuanto a las luchas que queremos llevar a cabo, que se justifiquen siempre las faltas por marchar si respetan el criterio impuesto por las propias autoridades (autorización firmada por nuestros padres).

En función de esto, la última asamblea votó redactar un ultimátum que ponga límites a nuestra rectora, para impedir que siga pasándonos por encima con medidas que debilitan nuestras luchas y dispersan la voluntad del estudiantado en función de sus propios intereses. No podemos dejar de garantizar frente a esta actitud de las autoridades un resultado que verdaderamente asegure que los compañeros de la noche no van a ser castigados de ninguna forma. Sepamos también que ese resultado va a depender de ahora en adelante de la decisiones que tomemos para alcanzar una resolución y que requiere no sólo nuestra completa atención y consciencia, sino también nuestro compromiso con las medidas implementadas y la discusión de base con respecto a la forma de manejarnos que vayamos a desarrollar. Seamos más fuertes que nunca, así lo requiere la defensa de nuestros derechos.


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